Nuestra Escuela de Parapente sigue con su "suma y sigue" particular, lenta pero constante, formando cada temporada más pilotos que se unen a nuestro Club de Vuelo.
Os presentamos a los últimos, de izquierda a derecha, Jose María, Oscar, Joaquin y Pablo, que prácticamente han concluido ya los tres niveles de sus cursos de parapente. En la foto falta Jose Luís M., para completar el grupo.
Lo mejor de estos tíos es que no solo han aprendido a volar en parapente, sino que han hecho una buena amistad entre ellos durante el curso. La verdad es que nos hemos divertido mucho durante las clases, aunque nos hayan dado algún que otro dolor de cabeza... ja, ja, ja!
El sábado pasado, ya todos con sus equipos de vuelo propios, volaron desde la cara noreste de la sierra de Líjar, en Algodonales, junto con muchos de los socios del Club que celebraban una concentración. Una zona de vuelo nada común, nueva para casi todos y, por supuesto, para ellos.
Muchos de vosotros ya les habéis empezado a ayudar y animar en su progresión. Y es que una de las cosas más importantes para nuestra Escuela de Vuelo, y por la que trabajamos cada día más, es la de contar con un Club de Parapente sólido y verdaderamente activo. De esta manera, los alumnos de nuestra Escuela de Parapente que terminan sus cursos no se encuentran solos y perdidos al dejar la Escuela, sino que se ven arropados por los pilotos del Club que tienen más experiencia, y de los que siguen aprendiendo.
Y aunque después de finalizar los cursos siguen contando con el apoyo de sus monitores de la Escuela, en poco tiempo "abandonan el nido" para ir a volar con el grupo de colegas del Club.
Lo que más me gusta de todo esto, es que ellos son hoy los novatos, pero que el año que viene serán ellos los que arropen y aconsejen a los nuevos alumnos, participando así de una especie de ciclo.
Un ciclo en el que todos salen ganando: unos porque encuentran apoyo, otros por la satisfacción de ayudar,... y todos por hacer nuevos amigos.